lunes, 13 de agosto de 2007

¿Química, o Algo Más ?


Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero desde que sé que no vendrás nunca más.
Existe una enorme diferencia entre la química que se genera al compatibilizar con alguien y las revueltas hormonales que nos sacuden cuando otro alguien nos provoca con ciertas acciones.
En ocasiones, nos interesamos en un chico “A” que no nos hubiera atraído en condiciones normales, pero que sí lo hace al acercarse, al provocarnos con la mirada, con el habla, o con algunas atenciones. De este modo, si el chico “A” nos toma la mano cuando nos sentimos solas o poco queridas; si no está muy lejos de lo que consideramos bello, y/o no nos repugna su química, puede que caigamos ante “el gesto”. El gesto, es la mirada, la atención, la actitud que tiene el chico con nosotras, en un momento determinado, y que puede provocar interés de nuestra parte.
Pero, este interés suele ser pasajero y frágil, porque depende mucho de las circunstancias, pues al cambiar de actitud, o al cesar aquellas atenciones, miradas, tomadas de mano, etcétera el interés de nosotras también decae, y es que no se trata de verdadera compatibilidad, sino de una compatibilidad circunstancial. Una compatibilidad hedonista, que nos pone difícil no ceder ante los mimos masculinos.
A veces, nos interesamos momentáneamente por algunos personajes y al pasar el tiempo, y el motivo de interés, nuestra atención o interés por dicho personaje decae considerablemente hasta desaparecer. Entonces, nos preguntamos cómo demonios fuimos a fijarnos en tal o cual individuo, y caemos en cuenta de que nunca nos gustó realmente. Nunca nos gustó el personaje, sino aquello que nos hacía. La forma en que nos tomaba la mano, la manera en que nos miraba, las atenciones que tenía con nosotras y el “interés” que demostraba.
Al final, resulta una mezcla entre sentirnos atraídas por lo que nos hacen, por cómo nos tratan y el hecho de que nos gusta gustar a los otros, todas estas variables de un marcado hedonismo egocéntrico. Así es que chicas, la próxima vez que se les ocurra sufrir por perder o no conseguir a alguien, pregúntense primero si lo que lamentan es haber perdido la posibilidad de amar, o de satisfacerse con ese alguien.
El verdadero amor por el otro sucede cuando más allá de cuanto nos sirva nos interesamos en conocer y compartir con la persona y su mundo. Cuando nos atrae “él”.
Al menos a mí, en la mayoría de los casos parece ocurrirme la atracción por la variable hedonista-egocéntrica. Ya que, al cabo de un tiempo sin estímulos la atracción se desvanece sin dejar rastros ni cenizas.

Karmina

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